Abrí la puerta,
me subí a una escalera
de treinta peldaños,
miré al horizonte: ¿dónde tus ojos?
Tan solo una raya verde
sin su esperanza.
Busqué en las cicatrices de la tierra, seguí el vuelo
de un sueño que anunciaba primavera; pregunté
a los posos de café que esparcía la marea, recorrí
los festivos marcados en rojo en el calendario.
Abatido
entré en la casa... tus ojos
cerrados oscurecían el pasillo.