Abrí la puerta,
me subí a una escalera,
de veinte peldaños,
miré al horizonte: ¿dónde tus ojos?
Tan solo una raya verde
sin su esperanza.
Busqué en los bordes de mis cicatrices, en el vuelo
de un sueño que anunciaba primavera; pregunté
a los posos de café en el fondo de mi taza; recorrí
los festivos marcados en el calendario del próximo año.
Abatido
entré en la casa... tus ojos
cerrados oscurecían el pasillo.
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