Arce de otoño
bajo la sombra esconde
restos de luz.
Eres mar riendo con la arena,
conviertes cada grano en universo,
con las olas juegas en la playa
y el horizonte tocas con tus manos.
Eres viento callado que duda en las esquinas,
asciende en espirales de arpegios y armonía,
a los árboles rodeas la cintura
y con las hojas tejes el futuro.
Eres camino que sube la ladera,
posada que acoge las pisadas
de alondras en busca de su nido.
Eres nube cargada de ilusiones,
repartes la lluvia generosa
y al caminante cobijas con tu sombra.
Eres mar y camino
viento y nube.
Una pregunta sin respuesta eres.
“Ansía la transformación. Entusiásmate por la llama,
donde se te esfuma una cosa que en las transformaciones brilla”
Rainer María Rilke
… saber moverse con el vuelo de la llama
jugar con el viento
crecer menguar
acabar por el principio
quebrarse crearse
dar calor sentir el frío
ser aire ser piel
vacío y fundamento
ganar perder
tocar el cielo
quemar la tierra
aprender a morir en cada invierno
saber entusiasmarse con la llama
Una valla
Dos mundos
Mil maldades
Engaños y esperanzas
Y la cara de un niño en la alambrada
Frío y juego
Hambre y sueño
Fuego cruzado que tapa su sonrisa
Carne de guerra
¿Humanos, somos? ¿Cuántos siglos hacen falta?
El rumor de las manzanas en otoño
llega envuelto en aromas de nostalgia;
tu suelo plagado de vacíos,
agujeros con nombres de palomas:
padre, madre, amigo, hermana, sueños.
…
Todo lo que permanece y ya se fue.
…
Entre espirales de quietud y movimiento
—a veces suelo firme a veces aire—
se acerca un invierno sin estrellas,
sin nombres conocidos que nombrar,
sin mañanas soleadas, sin señales.
…
Árboles umbríos, frágiles, desnudos.
…
Pero hay días de un rojo amanecer
y el recuerdo se llena de matices,
difumina los límites el campo,
la memoria se limpia de rastrojos;
contemplas lo que crece alrededor.
…
Un mundo flotando entre la calma.
…
Así van pasando los días,
serenos y cobrizos…
Ríos que ya huelen a mar.
Ladran lamentos los perros,
se alarga la madrugada;
arrastrada por el rostro,
hay una hora que aguarda.
…
El silencio no hila voces;
se perdieron las palabras
ya tanto tiempo apagadas;
recuerdos enjalbegados.
…
La madre tierra royendo,
cruel en áspera espera,
te reclama con arrullos
y tu cuerpo forcejea.
…
Los huesos miran al cielo,
la piel no abriga latidos
todo aliento detenido,
muy lejos quedó la casa.
…
Muy lejos callan los vientos,
el alma mira las nubes
y se escapa con un soplo;
el descanso se hace cuerpo.
…
La tierra estaba esperando…
Morir, le llaman los vivos.
Sí, bien rara es la vida que vivimos,
no pagamos por sueños ni esperanzas,
tardamos en armarla y darle chanzas,
nada más aprender nos despedimos.
De longitud y tiempo nos surtimos,
dependemos de fuerzas y labranzas
ya sabemos que las horas son fianzas,
con ellas luz y caminos construimos.
Porque a pisar el tiempo hemos venido
detendremos el cuerpo fatigado
pues seremos materia sin sentido.
Habremos, al menos, aprovechado
la vida que vivir ya hemos vivido
si acabamos en polvo enamorado.
Cuando estas solo donde nadie te hiere buscas la herida