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martes, 31 de enero de 2023

Campos de junio

 


Te ves 

(mientras cae la nieve)

manos y cerezas,

como aquel verano

sobre la escalera

que el árbol sostiene;

tu mano y la rama

llena de sus frutos

redondos y rojos.


Tan solo un recuerdo,

tal vez un deseo.


lunes, 30 de enero de 2023

Sueño de octubre

 Te moriste, en aquel sótano 

antesala… —cantaban por Camarón

(“nana del caballo grande que no quiso el agua”)

madre e hijo en la azotea—…

Pretendía el reloj dormir las horas

(conejo que siempre llega tarde).

Yo debía comunicar la noticia.


¿Qué tiene que ver la poesía con la muerte?

Los poetas saben que no hay permanecer 

en parte alguna.

¿Y los sueños?


En el sueño…

se aparecieron todas la mujeres, muertas, 

de mi vida:

Antígona;

hermana;

toquilla de pan con nata;

madre;

la que se tragó el río;

aquella desvanecida en el paisaje.


Espacio sin bordes; sueño sin fondo:

todo lo que viertes en él se hace eterno.


Y en el duermevela surgieron palabras, 

vendas que cizallan, unen, separan.

La muerte ocurrió por la noche. 

Ya eran las cuatro de la tarde, yo tenía hambre,

y todavía no había comunicado la noticia.

Entre dos nubes se columpiaban las letras.

¿Era el único que sabía? (pesado saber,

palabra enquistada).


Con el primer sol: abrí los ojos; en el sueño

de octubre brillaba un poema.


miércoles, 25 de enero de 2023

Pelar una cebolla

 Como al pelar una cebolla:

envolturas de tiempo;

capa a capa

se vislumbra el ser

de tu ser:

pájaros callados, historias

pegadas;

algunas traen el mar:

olas

de blanco y azul;

otras, se rompen:

dolor, restos de piel

al desprenderse; 

sigues:

hacia el núcleo, 

desnudo;

frío;

recovecos 

de un corazón 

frágil:

sintiendo el viento…


jueves, 19 de enero de 2023

Viaje

 Yo estaba en el inicio,

entonces…

Tú soltaste la mano ¿Quizá fui yo? 

El tiempo, quizá…

La maleta en el suelo,

frío, de estación.

El típico humo de película antigua.

Pasos repicando en el andén.

Una mujer con abrigo y sombrero, 

mirando, sus ojos cerrados. 

Subí al tren. 

En el andén quedó la maleta. Dentro:

la mitad de un sueño, un trozo de pena, 

una mano desnuda sin sus huellas. 

El maquinista tocó el silbato. Empezó

el viaje.

Se oyó

ese chirrido que duele a nostalgia. 

No había nadie en el vagón. 

Traqueteo de un paisaje de invierno 

golpeando la cara. 

Al despejarse la niebla ella abrió 

la puerta (traía luz y caramelos). 

Aprendí que todo es relativo.

Desde entonces se sucedieron viajes. 

Estaciones. Melancolía otoñal. 

Duermevela sobre campos de amapolas. 

El verano y su vacío:

tanta claridad quitaba el miedo, 

pero iluminaba la ausencia de límites. 

Cada estación era un nuevo esperar. 

El ruido del tren. El insoportable silencio. 

La maleta en el andén.

En esa época empecé a necesitar protector gástrico.


¿Qué es no ser? ¿Se puede ser 

el reverso de la vida y no ser muerte?

Sin ser, sin nombre.


  Cuando estas solo donde nadie te hiere  buscas la herida