Mi mirada construye realidades
que vuelven añicos la memoria.
Desmenuzado desorden por el suelo,
lo visible y lo oculto se pelean.
Trozos rotos dispersos de ventana,
el suelo plagado de cristales:
amenazantes reflejos del pasado.
Recuerdos que persisten
tras unas tristes cortinas,
cadáveres de oscuros epitafios.
Sientes, ligero, el verde viento,
olor de musgo y de romero.
Colina arriba la esperanza,
canción de nieve su garganta.
¿Quién tiene la llave de los campos?
¿Quién puede abrir lo que hay detrás
de lo que abre?
¿Quién puede mover el tiempo?
¿Quién responde?
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