Una mano en lo oscuro
la distancia no alcanza
y sus dedos se pierden
entre trozos de niebla.
Donde el tiempo se ha roto
hay un miedo tan noche
que no hay luna que alumbre.
Las estrellas son ojos
de lechuzas sin cuerpo,
un vacío se esconde
en su fondo amarillo;
no hay imagen de muerte,
su mirada no alcanza
al reverso del canto;
es tan solo la nada
y la nada lo es todo
en tan negro el espacio.
Hoy yo veo lo oscuro
que mi rostro aproxima;
miro bajo los pies
y no busco la sombra.
Ya no temo a la nada
ni a los huecos del tiempo;
solo quedan rastrojos,
trozos rotos dispersos:
con ellos se fue mi vida.
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