Surge debajo de la piedra: el escorpión.
Una estrella apagada sonríe su triunfo:
arena, viento, frío,
un vacío mirar hacia otro lado.
El escorpión se va comiendo las manos del niño;
enciende lo oscuro con el fuego que apaga la mirada:
y a ese niño le duelen los ojos.
El escorpión se va comiendo la cara del niño;
se callan los mares:
y a ese niño le duelen los ojos.
El escorpión se va comiendo el alma del niño;
grita la tierra buscando la luz de una estrella:
y a ese niño le duelen los ojos.
Se oye el dolor de la piedra (que nunca dejó de doler)
y en nuestra mirada perdida se esconde el veneno.
Y nos duelen los ojos.
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