La quietud se mueve entre
un batiburrillo de emociones.
Acorde con el tiempo pasa
el tiempo, llueve una
fina niebla que no llega
ni a ser lluvia. Lento el
reloj, veloz el tedio.
El miedo, guardado
en un cajón, se atreve
a dar paseos por las noches,
tropieza con tus sueños
con torpeza.
Espera la esperanza
tendida en el jardín;
cuando abres la puerta
se ha marchado, deja
un jirón verde en una rama.
Pasan volando humildes
pájaros sin nombre.
Siguen sin moverse
las montañas.
Entra la niebla...
Y tú, con frío en las ideas
y en las manos,
buscas por la casa dos
o tres segundos de ternura.
“No me hace falta la luna
ni tan siquiera la espuma
me bastan solamente
dos o tres segundos de ternura’
L.E. Aute
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