Digo agua y acabo de inventar
un azul de olas que llegan a tu orilla,
y el azul dibuja otro tono
en tus oídos, quizá verde
o amarillo; quizá un latido.
Los lunes, se transforma el color
en lágrimas de jade; junto
con las mías llenamos
océanos de blanca espuma.
Los viernes aparece una golondrina
volando entre tu pelo, cae confeti
de las nubes, y yo sonrío
limpio y admirado.
Escribo arena, tú lees caracola;
se oye el mar, suena un barco,
su sirena; un niño pasea
por la playa, la de tu infancia
la de la suya.
Esparzo palabras, mueven el silencio,
chocan y se rompen en minúsculos
pedazos que modelas con recuerdos
—Ulises, flotando sobre ellas, dichoso,
vuelve a casa—. Versos mezclados con
los sueños, con ellos creas sinfonías,
sus notas dulces y amargas; así el sendero
de la vida.
Palabras...cuerdas que saltan por encima
de los miedos, como en un juego.
Mis torpes poemas dibujan pinceladas
que aparecen en un cuadro de Cézanne
con tu mirada.
Poeta soy, por un instante.
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