Reclinado en mi sillón, en el atardecer,
veo apagarse el verano.
Tranquilo el mar,
no cabalga el nordés sobre las olas.
Queda mi alma reposando
como un barco a la deriva.
La niebla tapa el camino…
Quizás es el azúcar subiendo,
pero es más poética la niebla.
Y yo no sé si la vida es gris o dulce;
a veces nube de algodón de feria,
otras lluvia fina que va calando
y, cuando te das cuenta, tus huesos
son un barco sin velas.
Desde el sillón miras por la ventana,
no sabes si acercarte a la costa
llena de ruidos y temblores.
Prefieres seguir a la deriva
hasta que vuelva la luz
y aclares si eres el que escribe
o simplemente un punto
disolviéndose en la niebla…
quizás de azúcar.
…
Llegó el otoño,
ya se van los pájaros
buscando el sol.
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