Amanece en el poema
...
En el sueño había nubes
de tormenta
...
Despierto. Ya huele a café
por la cocina; contemplo
la fina lluvia cayendo
entre la niebla. Mañana de abril
con aire de noviembre.
También se enreda mi memoria
en la calma especial de este paisaje.
La quietud esconde el movimiento,
como la nube esconde el agua
antes de verterla por la tierra
...
En los campos de la infancia siguen
creciendo noches en espera de un alba
siempre pasajera. La estrecha sensación
de los pasillos, su amenaza creciente
cuando te acercas a la luz. Los polluelos
indefensos, regalo de mi abuela. Después
vino la vida... y pasó, sin darte cuenta.
Pero huele a café por la mañana
...
Aprender a vivir lleva su tiempo,
de examen en examen pasan años
hasta que sabes, siempre tarde,
que no era necesario titularse.
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