Esa tarde de agosto de pasos
que pisan el suelo empedrado
vas perdido entre gente apagada.
Escondes tus sueños vacíos de todo,
tu rostro persigue por calles sin ojos
amargos sonidos que deja la ausencia.
En tu bolsillo un pañuelo cargado de pena
un par de monedas para una cerveza
y Cioran esperando en un libro gastado.
Sin mar, lejano, solo, absurdo sol
¿dónde queda reflejado su color?
Solo brilla la espuma en el vaso.
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