Amarillo como las horas que llegan.
Como las horas que llegan y que pasan,
que pasan y llegan y se olvidan,
que se tiñen de angustia en el mañana
o te pintan de gris la madrugada
cuando arrastran un frío envejecido
y duele el suelo en tus pies,
cuando, desnudo, asomas tu frágil
silueta al nuevo día, un día
no tan nuevo, otro tan solo,
otro día a añadir al calendario,
sin fiestas, sin santos señalados,
sin uno de enero, sin quince de agosto,
sin fines de semana, sin semanas.
Amarillo el calendario, casi blanco.
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