No sé si fue un no
o un nada
lo que calló aquella tarde.
Sé que todo se llenó
de áspera soledad,
desapacible.
Serena, sí, pero
rugosa.
No hubo lluvias
ni tormentas;
tan solo
un silencio afilado
fue fileteando mi vida
con pericia.
Me la mostró en trozos,
cortes finos que dolían
esparcidos por mis ojos,
sin ruido.
No sé si fue un no
o un nada
lo que calló aquella tarde,
pero yo
esperé a la luna
para borrar su pintura.
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