“Hay una cierta Inclinación de La Luz,
Tardes de Invierno—
Que oprime, como la Gravedad
Del Cántico en los Templos”
E. Dickinson
Aparece de repente,
allá por la madrugada,
un negro resplandor
en una esquina de la noche.
Nostalgia, le llaman.
Yo le llamo herida.
Hubo un tiempo de flores,
escondidas.
Hoy solo queda corteza,
alguna hoja caída.
Lo que fue bosque,
un día.
Nostalgia, le llaman.
Yo le llamo herida.
También puede surgir
al mediodía. Cuando
las sombras desvanecen
en el sueño.
¿Se puede añorar un sueño?
Como una pompa de jabón
que al tocarla se rompe,
y el niño mira con asombro
la nada.
Indecisa, la mano, palpando
un infinito, vacío...
Yo, le llamo herida.
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