“No hallarás otra tierra ni otro mar.
La ciudad ha de ir siempre en pos de ti”.
C. Kavafis
El viaje es un círculo imperfecto.
Al salir, tu mirada se dirige
al horizonte, allá dónde la bruma
difumina las líneas, geometría
de extraños espejismos y quimeras.
Abres la puerta, la luz te reclama
¡Quién puede resistirse a un mar azul!
Desde tu ventana lo pintaste muchas veces
colmado de veleros y de espuma,
en lo profundo dormido el misterio.
Preparas un hatillo con tus sueños.
Queda atrás la vieja casa, pequeña
para tu cuerpo, ya crecido.
Caminas bajo el sol, bajo la lluvia,
bajo la nada que asoma al vacío.
Hay casas que te ofrecen su refugio.
Todas son construcciones de ladrillo
y techo bajo. Algunas tienen fuego,
otras barrotes.Te acercas a la playa
y encuentras cabañas de cristal
mirando al mar.
Haces de una rosa tu morada,
poesía de pétalos y espinas.
Compañero del viento que compartes,
quema el aire en tu piel y no te importa;
es un aire de límite infinito
lleno de anhelos que esconden las nubes.
Un día te das cuenta: quedaron cerradas
las ventanas interiores y desde el fondo
van abriéndose recuerdos en tus ojos.
El paisaje se tiñe de nostalgia;
cabalga entre los árboles un viejo
caballo de cartón. ¿Dónde el origen?
Siempre el camino se pierde en la niebla.
Siempre estás volviendo, aunque te vas.
Como las huellas que dejan tus pasos.
Como las hojas que mueve el otoño.
Como los muertos que nunca se mueren.
Como del mar, las olas.
Traes en la mirada las piedras,
los abrazos, los espacios
sin nadie, las calles vacías;
pestañas pintadas de sal,
retazos de tiempo; el silencio
que precede a la vida.
Las palabras
esperan en la casa.
Un poema
inacabado encima
de la mesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario