“... para que mi ser se pose sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo...”
Ángel González
Somos memoria,
memoria que alienta
y sostiene las palabras.
Somos palabras,
que entre sombras y luz
cosen el tiempo.
Somos tiempo cargado
de miradas.
Para que yo mire
con mis ojos,
muchas miradas
construyeron el paisaje.
Vuelvo a pisar las escaleras
de la vieja casa de una infancia;
piedra y musgo.
Caballo veloz, el tiempo
me transporta por el sueño.
Casa parada en el silencio,
como un abrazo
de abuela en la mañana,
que el calor aporta
al frío.
Tiempo de leyendas
en la niebla,
fuego en la cocina,
olor a leña, a gotas
de lluvia en la ventana.
Personajes de barba
y ropas negras, sonido
de cencerros entre ramas,
habla el viento; reviven
los recuerdos, a los muertos.
Colores de épocas antiguas,
sueños de nieve y golondrinas,
caminos angostos, riachuelos
que llevan a un mar con otra orilla.
Sonido del agua que cae,
que corre buscando su destino.
El recuerdo va quebrando
el apagado sonido del pasado.
No soy dueño del tiempo,
sí del sueño;
aunque la realidad,
a veces, se equivoque.
...
Llegará un tiempo
sin pasos, sin latidos;
otras miradas traerán
luz a mis paisajes
dando vida a mi vida
en sus pupilas.
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