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miércoles, 30 de abril de 2025

Simplemente

 Escribo,

palabras como hormigas

buscando alimento, atropelladas,

dispersas, tropezando por el blanco 

del papel. Lo manchan, lo emborronan,

duelen e iluminan; a veces no respiran,

casi muertas.


Preciso un hilo que engarce las palabras;

un hilo que se adentre por mis ojos

y en su soledad cóncava resuene la memoria. 


Levanto la mirada, escribo.


martes, 29 de abril de 2025

lunes, 7 de abril de 2025

Primavera 2025; aún tengo la vida

 “Porque soy como el árbol talado, que retoño:

porque aún tengo la vida”

Miguel Hernández


Cuando los dioses son tahures

las cartas se reparten ya marcadas.

No llueve;

sobre mi cabeza en asamblea se reúnen las nubes.

No llueve;

por ahora solo caen muros con fronteras

y algunos burdos disparates.

En casa no funciona una persiana,

hay que llamar al técnico y las ganas.

Los muertos, entre los cascotes, se disculpan

por su mal aspecto —cosas de la guerra—

escondiendo sus cuerpos vacíos de sueños.

Llora la pantalla de mi televisor

¿o es que se empaña con lágrimas de madre?

Sufre mi espalda, sufren el tiempo y la memoria.

Después viene un anuncio de perfume.

Preparo la comida y un café,

no hay manera de perder estos tres kilos.

Una niña asesinada por un hombre;

otra madre llorando; ¿será la pantalla del televisor?

¿será la misma madre? siempre,

la misma; la madre, la misma madre.

Gritan los vientos y los ríos, desbocados;

se ríe el fuego y mueren dos bomberos. 

Suena el móvil, me llama una mentira

que llega del mercado de ladrones,

pues conoce mis quiebras y deseos,

me agarro al mástil y cierro la ventana.

Dicen que otro cohete con turistas

ha llegado hasta la luna, Julio Verne mirando; 

y Tintín, que pisa un cráter,

a Milú le construye una caseta. 

Aquí en la tierra baja la bolsa

y un rico pierde mil millones;

alguien se arrojará de Wall Street, informan;

un mendigo que perdió la vida y ganó la calle 

observa oscuro desde donde no brilla la luna.

Disminuye el paro y aumenta la miseria; 

el progreso avanza con traspiés.

Se amotinan las nubes. ¿Quién está al mando?


Llora Hernández, Miguel; y con él, 

todos los poetas que frecuento.


Pero yo carezco de palabras, solo sueño;

Sueño una brizna de sol en mi garganta.

Voy a plantar tomates; vendrá el verano

y, quizás, alguna golondrina.


sábado, 5 de abril de 2025

Jugando con las letras

 Página en blanco encima de la mesa,

quiero llenarla de palabras y de versos

Busco una a y una i

y en medio alguna que otra consonante.

No una R que ruge y muerde.

¿Quizás una l tan liviana? Si se hace grande: L, resulta hasta elegante.

Me gusta deslizarme en los lomos de la m, murmullo del mar, de amar;

el sonido silbante de la s, viento tibio del sur en primavera;

también sentarme en el banco de la b, disfrutando belleza y bienestar.

Me asusta la P tan pesada y prepotente.

Y que decir de la W tan woluble. 

La c se oculta en su concavidad, como una luna buscando su ausencia.

La d es una jirafa, asiento de Dalí, pero sin llamas.

La j juega con la g: tanto jolgorio me suena a jerigonza.

La k le pertenece a Kafka, no la toco.

La Q huele a queso y a Quijote.

La T sirve de toldo cuando truena. 

La X tan xeitosa, trae recuerdos de infancia y Rosalía.

No sé con que letras empezar.

Me hago un lío con el alfabeto, que no arregla ni María Moliner.

Y así mi poema está inconcluso (mira que es rara esta palabra,

¿no sería mejor decir inacabado?).

No acabo de encontrar un buen comienzo.

Sigue en blanco, la página, encima de la mesa.


miércoles, 2 de abril de 2025

Siempre esa voz

No sé que allá me dicta la conciencia:

en el cerebro un pájaro escondido, 

su pico sin parar, lento sonido,

antigua matraquilla sin clemencia.


El pasado repite su presencia,

vuelven vientos de un tiempo ya caído.

Siempre esa voz, ¿qué Dios la ha permitido?,

con machacona y dura competencia.


Un intenso lamento me perfora

no puedo soportar esta congoja,

!cuánto sufrir me apena hora tras hora¡


Tanto tormento que en mi mente aflora:

siempre esa voz, que sobre mí se arroja;

siempre esa voz, que mi salud devora. 


 

Poeta, casi.

Cada vez soy menos poeta : a mis casi setenta sigo vivo, casi,  a mis setenta. ¿Seré un poeta de tres al cuarto contratado por rimas y sonet...