Hay días que se viven en círculos,
en cada vuelta reaparecen abismos
y colores;
encuentras el rostro de tu madre
con todas sus palabras
silenciosas;
la mirada de tu padre,
aquel pozo vacío y un niño de ojos tristes.
Días grises en que casi no se ve la lluvia,
ni el futuro.
Los árboles quietos se acuerdan del viento,
la vida permanece agazapada
como el actor que duda si debe
aparecer en esa escena.
Escribes, buscando una página abierta,
sin saber qué tiempo verbal te pertenece.
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