Piedras de la ciudad vieja
por la lluvia repicadas,
tantos pasos recorridos
las historias resonaban.
Como hielo derretido
se rompían los recuerdos,
mezclados con vino amargo
pedazos de pensamientos.
En esta calle hubo un guiño,
en ese café fue un beso,
bajo aquel árbol marchito
una puerta se cerró.
Lánguida tarde de abril,
oscuras por la alameda
pasan lágrimas furtivas,
vestigios de alguna pena.
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