El cielo, lleno de sol,
pesa sobre la tierra.
Se duelen del calor,
las palabras...
como piedras ardientes
abandonadas en el suelo.
Una a una
las envuelves
con tus manos:
te quema la piel,
pero dejan de sonar en tus oídos.
Cada vez soy menos poeta : a mis casi setenta sigo vivo, casi, a mis setenta. ¿Seré un poeta de tres al cuarto contratado por rimas y sonet...
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