Te pierdes,
como rueda la sombra
al entrar en un bosque
con sorda rapidez.
Ser uno mismo, dicen,
mientras sigue tu pisar las hojas
que resuenan
a tantas miradas, incluso sueños,
fotografías tomadas al descuido,
donde algo tuyo se marchita.
Te vas entre los dedos;
la mano, blanca de duda,
teje días
con filamentos atrapados en las ramas,
hilos de tu cerebro.
No manejas techos ni paredes.
Así aquellas colecciones de cromos de la infancia
siempre inacabadas.
Todo tan roto en el recuerdo.
Siempre quedan restos de abrazos perdidos.
Siempre: es tiempo intemporal.
Sin embargo, desde lo alto, dicen,
se ven las trazas de un camino.
¿Será eso la vida?
No hay comentarios:
Publicar un comentario