La roca, sin mucha conciencia de sí misma,
desciende la ladera con paciencia.
Agua, viento y hielo modelaron su cuerpo
tras eras de lenta gestación.
Por el camino va perdiendo minerales:
cuarzo, mica, feldespato,
deja esparcidos por el suelo
y nuevos cristales va formando
con otros que recoge de la tierra,
y sigue siendo ella: roca
que desciende la ladera.
Acelera su caída
sin vértigo ni miedo.
Sabe que volverán a recogerla,
común destino de hombre y roca.
Su tiempo abarca muchos siglos,
no envidia el saber ni la conciencia,
ni siquiera leyó a Shakespeare,
ser o no ser no es su problema.
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martes, 3 de marzo de 2020
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